Existen cuatro especies de cebra: la de Grevy, la de sabana, la de montaña y la cebra urbana

Yo intuí pertenecer al tercer grupo desde pequeña, pero, por aquel entonces, preferían considerarme un «bicho raro».

No es que lo odiara; siempre fui más de pelis de animales que de princesas. Simplemente me parecía un seudónimo poco concreto. Así que me propuse explorar otras opciones y conocerme mejor.

Escribir historias, cantar en bandas de rock, curiosear otras culturas, ir a terapia, volver a escribir. Todo vale cuando se trata de averiguar cuál es tu naturaleza.

Con el paso de los años, añadí “emprender como copywriter” a la lista de arriba, percatándome de que las marcas (tanto personales como comerciales) también necesitan conocerse a sí mismas para diferenciarse. Por eso, me formé en branding y me especialicé en identidad verbal.

De esa forma -y a buen galope-, fui localizando a otras cebras urbanas. Habitan en cualquier ciudad y no siempre son conscientes de que pueden lograr grandes cosas solo con atreverse a hacer una: definir su patrón único de rayas para llevarlo hasta sus textos.

Suelen moverse entre la gente y las hay de muchos tipos (o subespecies).

Eso sí, todas esconden una vocecilla inconformista en la cabeza. Una que las invita a apostar por sus negocios y a redescubrirse más libres que nunca.